Valiente marcha del orgullo LGBTI en San Salvador. Alrededor de medio millar de miembros de la comunidad y personas valientes y orgullosas (entre ellos familiares) que la apoyan, desfilaron bajo una lluvia refrescante. Se pudo notar una vez más que los más representados fueron los más vulnerables y atacados: travestis, transexuales y transgéneros (muchas de ellas trabajadoras del sexo), así como las lesbianas, siempre a la vanguardia del activismo. Bastantes gays, pero no lo suficiente; como que muchos seguimos sintiéndonos no representados en esas marchas, y por tanto no nos la hemos apropiado. Gran parte de la culpa es nuestra: no nos involucramos como deberíamos. Por cierto, me extrañó mucho no ver una sola discoteca móvil y un despliegue de alegre y hasta apoteósica fantasía de los grandes negocios que fin de semana a fin de semana se hacen de los billetitos rosas que la comunidad les deja en sus arcas. Al menos de uno de estos negocios me esperaba algo alucinante, espectacular y masivo. ¿Será que solo somos billetitos rosa-chic para ellos? ¡Claro que no!, ¿verdad? Por eso, ojalá que el otro año se fajen en serio con un buen contingente de representantes, música y alegría, y que patrocien una señora carroza esplendorosa a la altura de sus ingresos semanales, esa que deje boquiabietos a todos los espectadores. A ahorrar desde ya, para no sospechar que están nada más haciéndonos sentir importantes por puritito interés en los billetes.
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