lunes, 6 de abril de 2009

El Vaticano da marcha atrás y apoya ahora la despenalización internacional de la homosexualidad

¿En cuántos atolladeros diplomáticos se ha metido la Santa Sede en las últimas semanas? Sólo en relación al proyecto de despenalización de la homosexualidad presentado por Francia ante las Naciones Unidas, el Vaticano se manifestó primero en su contra porque “se crearían nuevas e implacables discriminaciones” contra países que no reconozcan tal despenalización; después tuvieron que salir en tromba los portavoces vaticanos a matizar la oposición ante el estremecedor alineamiento en que se había colocado a sí misma la antes extremadamente hábil diplomacia vaticana, para, a finales de la semana pasada, dar un nuevo giro y apoyar de plano la descriminalización de las homosexualidad, en esta ocasión con las previsibles y tradicionales reservas de la jerarquía católica a las potenciales derivaciones implícitas de una propuesta amplia en su lenguaje, básicamente en relación al denominado ‘matrimonio entre homosexuales’. Sin embargo, esta es sólo una parte de la inestable tectónica de las religiones, cuyas placas se reajustan día a día con insospechadas -y hasta hace prácticamente meses, insospechables- derivas y nuevos realineamientos entre bloques.
“No aceptamos, ni permitimos que ningún padre o madre, ni menos sus hijos o hijas, vean vulnerados el derecho a vivir juntos sólo en razón de la orientación sexual o la identidad de género. No hay ningún estudio científico, extranjero ni local, que sostengan la incompatibilidad entre la crianza de menores y la homosexualidad o la transexualidad”
Movilh (Movimiento de Integración y Liberación Homosexual, de Chile).

Comunicado de Redes Cristianas ante la oposición del Vaticano a la despenalización mundial de la homosexualidad.

El Vaticano ha manifestado su oposición a la propuesta que presentará Francia ante la ONU el próximo 10 de diciembre para la despenalización universal de la homosexualidad, en nombre de los 25 países de la UE. Ante esta actitud, desde Redes Cristianas queremos manifestar cuanto sigue:
Con esta actitud, el Vaticano, que se alza como representante de la Iglesia católica mundial, está aceptando como válida la persecución, la tortura y el asesinato de las personas homosexuales en el mundo. De esta forma se alinea con aquellos regímenes políticos que reprimen a la población homosexual mediante la detención, el encarcelamiento y la condena a muerte, justificando todo esto como defensa de la pureza de la religión.
Consecuentemente, el Vaticano está legitimando el martirio y la erradicación de la población homosexual, de la misma forma que legitimó, en épocas recientes, otros regímenes represores en Europa y América Latina principalmente. Denunciamos con firmeza esta presión del Lobby clerical que fomenta la violencia hacia las personas homosexuales en todo el mundo.
El Vaticano, de forma irracionalidad e inmisericorde, desprestigia a toda una institución mundial como es la Iglesia católica que guarda la memoria de Jesús y desprecia al Pueblo de Dios, a quien en teoría debería servir con humildad. Pero lo que es peor, se opone al mensaje de amor y compasión de Jesús de Nazaret que no quisieron escuchar los poderosos de su tiempo y por eso lo mataron.
Como cristianos y cristianas, nos sentimos escandalizados ante semejantes manifestaciones de odio dirigidas hacia un sector concreto de la población, en este caso, las personas homosexuales. Posiblemente surgen del miedo y de la frustración propia de la jerarquía católica ante la deriva de una sociedad cada vez más librepensadora y secularizada y que progresa hacia la igualdad, sin distinción, de todas las personas. De esta forma, el Vaticano, junto con la jerarquía católica que obedece, se convierte en una institución represora y castigadora donde surgen “nuevos inquisidores”, instalándose en épocas anteriores ya superadas por la sociedad.
Como cristianas y cristianos no tenemos otra salida que rebelarnos ante semejante barbaridad y condenar abiertamente esta postura unilateral del Vaticano, porque cae fuera de toda lógica cristiana y en absoluto transmite beneficio alguno a la sociedad.
Por último, manifestamos nuestro apoyo indiscutible a la propuesta que se va a presentar en la ONU el próximo 10 de diciembre y pedimos a los gobiernos europeos que la defiendan y hagan efectiva. Así también, pedimos al Gobierno español que manifieste su disconformidad con el Vaticano y aplique medidas legales ante quienes, desde el púlpito, siguen fomentando actitudes de odio y violencia hacia las personas homosexuales entre la población española.

Redes Creistianas, 3 de diciembre de 2008

LA IGLESIA CATÓLICA ES LA IGLESIA DEL ODIO

Beatriz Gimeno · El Plural
El Vaticano ha declarado que no va a apoyar la propuesta francesa para despenalizar, tan solo despenalizar, la homosexualidad en el mundo. La propuesta francesa no persigue extender ningún tipo de legislación favorable a las parejas homosexuales, ni tampoco proclama que gays y lesbianas tengan que ser protegidos de la discriminación con determinadas políticas. Únicamente pide que no se condene legalmente a muerte, que no se encarcele a gays y lesbianas por serlo. El Vaticano dice que no, que no apoya esa propuesta porque “crearía nuevas discriminaciones”. Es posible. Si la propuesta saliera adelante, es muy posible que el apaleador de maricas en Latinoamérica o el policía violador de lesbianas en Sudán se sientan un poquito discriminados. El Vaticano se ha quitado la careta ante el asombro de muchos. A muchos otros nos da aliento para decir lo que ya decíamos: la iglesia católica es la iglesia del odio. No sé por qué se extrañan tanto; es la misma iglesia que se expandió por el mundo para convertir a los no creyentes al precio que fuera, a sangre y fuego; la misma que montó toda una ideología para esclavizar a las mujeres y después organizó con ellas una quema colectiva, la que santificó la tortura, la que demonizó el placer y la felicidad. Es la iglesia intolerante y fanática que se niega a defender a los gays y a las lesbianas perseguidos, torturados, encarcelados o directamente asesinados en muchas partes del mundo; es la misma iglesia que gobierna en Arabia Saudí o Sudán, por eso hacen piña, por eso se han aliado, por eso votan siempre juntos en los organismos internacionales El Vaticano y las más terribles dictaduras teocráticas. Porque son la misma cosa. Yo no les respeto porque creo que no traen más que dolor al mundo, porque justifican las injusticias, porque encadenan la razón y sujetan los corazones. No siento por ellos más que desprecio y también miedo. Me dan miedo porque siempre han estado al lado del poder y siempre lo han utilizado en contra de los débiles. Porque me siento amenazada en lo más profundo por la imagen de ese dios torturado que ha glorificado el dolor y el sufrimiento y que lo exige para todos en lugar de glorificar la felicidad y el goce. Me siento amenazada en lo más profundo por sus mentiras, por su moral doble y perversa, por el poder ilegítimo que han atesorado y que les concede una voz desproporcionada. ¿Por qué se sienta El Vaticano en la ONU? El otro día alguien del PP preguntaba en voz alta que a quién pude molestarle un crucifijo colgado en las paredes. Me molesta a mí y supongo que a muchos otros. Ese crucifijo me amenaza directamente. ¿Cómo no va a molestarme? Es el símbolo de quienes mantienen que la injusticia y la discriminación son legítimas. Ese crucifijo en la pared me está agrediendo directamente, está concediendo voz a quienes no deberían tenerla más que en sus casas, no en los espacios de todos. Es un insulto, es una agresión directa a mis creencias y sentimientos más profundos. Y miren, yo también tengo creencias y sentimientos profundos. No respeto a la iglesia católica ni a ninguna iglesia y estoy en mi derecho de no hacerlo. Respeto la razón y la solidaridad; respeto la bondad y la empatía, respeto a quienes luchan por acabar con las injusticias; respeto a las mujeres y a los hombres que trabajan para que todos los seres humanos tengan una vida mejor, digna y basada en la justicia. Pero no respeto a quienes se aferran a privilegios arcaicos para seguir machacándonos. No respeto a quienes nos odian. A quienes nos odian les odio pero, a diferencia de ellos, no quiero que se les persiga ni se les haga ningún mal. Reconozco que están en su derecho de odiarme por ser como soy. Lo que sí exijo es que se les quite la voz pública de una vez, la presencia pública, el dinero público, los espacios públicos; que prediquen el odio en sus iglesias, que nos dejen en paz.
Beatriz Gimeno es escritora y ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales