martes, 22 de septiembre de 2009

La marcha de los fariseos

La marcha de la iglesia contra nuestros derechos:
Eso fue una demostración heterosexista y heterocentrada, y, para colmo, machista y patriarcal.
El heterosexismo es la ideología por medio de la cual la heterosexualidad (y la estricta división de roles de género que ella conlleva) se IMPONE socialmente (a través de leyes abusivas como la que se pretende impulsar) como la norma que todo individuo debe seguir. Esta heterosexualidad es impuesta de manera que cualquier comportamiento que la cuestione es socialmente rechazado y relegado a la "anormalidad" y la marginalidad (un acto de discriminación: comportamiento social que separa a las personas por su raza, clase social, sexo, religión u otros motivos). Esto significa que no solo los comportamientos estrictamente homosexuales (expresiones afectivo-sexuales hacia personas del mismo sexo) son condenados (a veces solapada y disfrazadamente, como es el caso), sino también aquellas actitudes que transgreden la división de roles de género socialmente construida.
La principal manifestación del heterocentrismo es la suposición de que todos los individuos son, por defecto, heterosexuales, y que la ausencia de una manifestación abierta en el sentido contrario por parte de una persona implica su condición heterosexual, lo cual no es cierto.
Lo que debemos hacer es educarnos en sexualidad antes de andar socavando los derechos de aquellos seres humanos que son diferentes y por tanto se apartan de las concepciones rígidas, usualmente religiosas, con que interpretamos y valoramos al mundo. Este mundo no es de las mayorías, es DE TODOS. Y todos tienen derecho a que se les respeten sus derechos en igualdad de condiciones. Es eso lo que las leyes salvadoreñas deben de reflejar, y no la imposición del criterio de una mayoría heterosexual heterosexista sobre una minoría homosexual.Pienso que el Estado no solo debe no prohibir, sino regular los casamientos de personas del mismo sexo para hacer honor al espíritu de justicia igualitaria que la misma Constitución demanda. Esto no es una cuestión de moralidad, puesto que la moralidad no tiene nada que ver con la orientación sexual, y sí con cómo ES en esencia la persona: si es digna, recta, fiel, y justa, entonces es una persona moral, con independencia de su orientación sexual. Y debemos aceptar de una buena vez que los principios y valores no tienen bandera religiosa. Debemos procurar principios y valores HUMANOS, no institucionales (llámeseles “cristianos” o de otra denominación religiosa, que están basados en CREENCIAS institucionalizadas, no en verdades absolutas, y que, por tanto, no tienen por qué ser impuestas a todos). Si tú quieres aplicar para ti los valores religiosos, perfecto, hazlo; pero no esperes que todos los apliquen en su vida tan solo porque eso es lo que tú consideras que es lo correcto, o porque la mayoría está contigo, porque entonces entramos a los terrenos de las imposiciones de criterio y del abuso, por mucho que queramos adornar las intenciones con dobles discursos y maljustificados pretextos. Eso no nos va a hacer más morales, solo nos va a volver más excluyentes, y lo único que la exclusión genera es odio y resentimiento: un resultado nada cristiano, por cierto.

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